lunes, 16 de marzo de 2009

Una moderna sarcástica

Me ha parecido que no me ha quedado mal. Una buena presentación:



PRÁCTICA I: Presentación personal


Una moderna sarcástica


Olatz Goicoechea Arreche. Un nombre impronunciable donde los haya, una sonrisa sincera y una mente más soñadora de lo recomendable, son tres de los rasgos que me definen. También soy orgullosa, leda, afrancesada, temeraria y algo zalamera al abrigo de miradas indiscretas.

Siempre he tenido una opinión dividida sobre lo llamativa que puede resultar una persona que físicamente cumple muchos de los tópicos del lugar donde reside. Mi abundante pelo castaño, mi piel blanca y mis brillantes ojos marrones resultan poco fascinantes, aunque lo sobrellevo con una imaginación desbordante y un humor bastante negro. Mi prominente nariz, cumple otro de los tópicos que me rodean, a saber, que el pueblo vasco es de narices. Hablando de magnitud, no puedo excluir a mis pies que son, indudablemente, la razón por la que suelo pisar fuerte.

Es curioso que una persona que se considera tan creativa como para empuñar un pincel desde la temprana edad de los siete años y se dedicara a romper tímpanos a base de aporrear teclados de pianos durante más de ocho años, sea tan apegada a las reglas como lo soy.

Esto último seguro que tiene que ver con que me gusta, y formo parte de esa minoría que lo admite abiertamente, mandar. Imagino que en alguna vida anterior fui general de un ejército, tan ilustre como el almirante Nelson, o quizás soberana de una nación, muy al estilo de Luis XIV. Posiblemente, de elegir entre mis personajes históricos preferidos, es con éste último con quien me quedo, ya que mi número es el catorce. Catorce como día en el que nací y catorce como doble de siete, número del mes en el que hace dieciocho primaveras respiré por primera vez. Asimismo existen más paralelismos, estudié en Francia. Y resulta un poco cómico que añada que me considero, precisamente por la educación gala que he recibido, republicana convencida.

Esta dualidad sólo es una pequeña muestra de lo mucho que me contradigo. Aún nos recuerdo, a mi mejor amiga y a mí cantando, siendo sincera, berreando, al son de A contracorriente de El Canto del Loco. De hecho, disfruto cambiando de humor tantas veces como situaciones nuevas se me presentan. Es más, y termino con esto, cuando me enteré de que el escritor estadounidense William Faulkner afirmaba que “algunas personas son amables sólo porque no se atreven a ser de otra forma”, me di cuenta de que definitivamente ese no era mi caso.